Cuando hablamos de los TCA, no solo se trata de lo que pasa con el cuerpo, sino también de lo que sucede en la mente. Estos trastornos afectan profundamente la salud mental, y por eso no basta con enfocarse solo en la comida: es importante trabajar también en las emociones y pensamientos. Al final, la salud mental es clave para el proceso de recuperación, permitiendo a las personas retomar una vida plena.
La conexión entre la salud mental y los TCA
La salud mental juega un papel muy importante tanto en el desarrollo como en el manejo de los TCA. Estos trastornos no son simplemente problemas con la comida, sino que están profundamente relacionados con factores psicológicos, biológicos y sociales. Aspectos como el estrés, la ansiedad y la baja autoestima son comunes en quienes enfrentan un TCA. Además, la dificultad para manejar emociones como la culpa o la tristeza puede llevar a patrones alimenticios poco saludables.
Los TCA van más allá de hábitos de la alimentación dañinos, son una forma en la que las personas lidian con emociones difíciles. Por ejemplo, una persona podría sentir que las restricciones alimentarias le dan una sensación temporal de control. De manera similar, alguien podría recurrir a los atracones como una vía para calmar la tristeza, aunque después experimente sentimientos de culpa o vergüenza. Este ciclo de emociones refuerza el trastorno y dificulta la recuperación.
Además, es bastante común que las personas con TCA también presenten otros trastornos psicológicos, lo que hace que los síntomas se vuelvan más intensos y que el tratamiento sea más complicado. Se calcula que el 97% de las personas con un TCA también sufren trastornos del estado de ánimo, como depresión o ansiedad (Echeburúa & Marañón, 2001). Sumado a esto, la anorexia restrictiva suele estar relacionada con la depresión y el trastorno obsesivo-compulsivo, mientras que la bulimia se asocia a menudo con el trastorno límite de la personalidad, que se caracteriza por ser impulsivo y tener dificultades para relacionarse con los demás. Todo esto muestra lo importante que es un tratamiento que no solo se enfoque en el TCA, sino que también trate los posibles trastornos asociados.
La salud mental: el corazón del tratamiento
Para tratar un TCA de manera efectiva, es importante priorizar la salud mental, ya que esta es un papel clave en la recuperación. Detectar las señales de alerta y buscar ayuda profesional son pasos esenciales para abordar estos trastornos de manera integral.
La recuperación de los TCA requiere un abordaje que integre los aspectos psicológicos, emocionales y físicos. Es esencial comprender que estos trastornos son complejos y necesitan un tratamiento centrado en las necesidades únicas de cada individuo, para asegurar un progreso sostenible y significativo hacia el bienestar.
Elaborado por Laia Ballesté Díaz.
Estudiante de psicología en la Universidad Anáhuac Puebla, con interés en psicología clínica en adolescentes y adultos. Realizó un diplomado en terapias de tercera generación en el Instituto Raimon Gaja, Barcelona. Apasionada por trabajar con trastornos de la conducta alimentaria (TCA) para desafiar creencias tóxicas sobre los cuerpos ideales y promover la diversidad corporal.
Referencias bibliográficas:
Echeburúa, E., & Marañón, I. (2001). Comorbilidad de las alteraciones de la conducta alimentaria con los trastornos de personalidad. Universidad del País Vasco (España).
Sarró, S., & Ortiz, J. (s. f.). Cuando el TCA coincide con otros problemas de salud mental. SOM Trastornos de la Conducta Alimentaria. https://tca.som360.org/es/articulo/cuando-tca-coincide-otros-problemas-salud-mental

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