¿Alguna vez alguien que conoces ha comentado que, aunque se esfuerza muchísimo en el gimnasio, nunca está completamente satisfecho con su cuerpo? O tal vez conoces a alguien que busca constantemente "verse más musculoso" sin llegar a sentirse del todo conforme. Estas situaciones podrían estar vinculadas a la dismorfia muscular, también conocida como vigorexia.
¿Qué es la dismorfia muscular?
La dismorfia muscular o vigorexia es básicamente una percepción distorsionada del cuerpo, donde la persona, a pesar de tener un físico desarrollado, sigue creyendo que no es suficientemente musculosa o incluso que luce delgada. Esto lleva a comportamientos extremos que afectan la salud como entrenar en exceso, seguir dietas muy estrictas o abusar de sustancias como esteroides, los cuales afectan alrededor de 20% de personas que muestran dismorfia muscular (Guerola & Pejenaute, 2018).
Por cierto, esto no afecta solo a hombres (aunque son mayoría); también se puede presentar en mujeres. Es común en jóvenes que entrenan por estética, especialmente en fisicoculturismo o levantamiento de pesas. Según estudios, hasta el 10% de los hombres que van al gimnasio con esta idea podrían presentar vigorexia (Guerola & Pejenaute, 2018).
¿Cómo identificarla?
Las personas con vigorexia pueden no ser conscientes de su condición, ya que suelen interpretar sus comportamientos como “hábitos saludables”. Sin embargo, existen varias señales que pueden indicar que alguien la está enfrentando:
· Obsesión por el ejercicio: Dedicar muchas horas al entrenamiento, incluso si hay lesiones o cansancio.
· Dieta extremadamente rígida: Seguir planes alimenticios estrictos, con un alto consumo de proteínas y evitando otros nutrientes.
· Uso de sustancias: Consumir suplementos o esteroides, sin supervisión médica para aumentar la masa muscular.
· Aislamiento social: Evitar reuniones o actividades sociales por miedo a alejarse de la rutina de ejercicio o dieta.
· Percepción distorsionada: Verse a sí mismo como delgado o poco musculoso, aunque la realidad sea lo contrario.
¿Por qué pasa esto?
La dismorfia muscular puede tener varias causas. Por un lado, está la presión social y lo que vemos en redes o en los medios de comunicación, donde se muestra ese "cuerpo ideal" musculoso. Esto puede hacer que algunas personas sientan que tienen que llegar a ese nivel sí o sí. También hay características psicológicas que juegan un papel clave, como ser perfeccionista, tener la autoestima baja o incluso lidiar con trastornos como el TOC (trastorno obsesivo-compulsivo). Y, claro, el entorno social también influye: en ciertos grupos o deportes, querer encajar o destacar puede llevar a comportamientos muy extremos con el ejercicio y la alimentación.
¿Qué puede pasar si no se atiende?
Las consecuencias pueden ser graves, tanto para el cuerpo como para la mente:
· Físicas: Lesiones musculares y articulares por la exigencia física, riesgo de problemas cardíacos por el uso de esteroides y ejercicio excesivo.
· Nutricionales: Las dietas estrictas pueden provocar deficiencias graves en el organismo.
· Sociales: La obsesión por el físico puede llevar al aislamiento y perjudicar las relaciones interpersonales.
¿Qué se puede hacer?
El primer paso es buscar ayuda profesional. Un psicólogo puede ayudar a entender la raíz del problema y trabajar en aspectos como la autoestima, la percepción del cuerpo y los hábitos diarios. También es muy importante que un equipo interdisciplinario, colabore para atender tanto las consecuencias físicas como las emocionales. Este trabajo en conjunto no solo facilita una recuperación más rápida, sino que también le da a la persona herramientas para construir una relación más saludable con su cuerpo y con el ejercicio. Al final, el objetivo es que pueda sentirse bien consigo mismo(a) y llevar una vida más equilibrada y realmente sana.
En Alimentando Emociones, promovemos una relación saludable con el cuerpo y la mente. La dismorfia muscular es una condición seria, pero con el apoyo adecuado, es posible superarla. Recordemos que el ejercicio debe ser una actividad saludable y placentera, no una obligación obsesiva que cause malestar emocional. Tu salud y bienestar son más importantes que cualquier estándar.
Elaborado por: Irlanda Iremar Parra Cota.
Estudiante de psicología en la Universidad Anáhuac Puebla, con un profundo interés en la psicología clínica. Apasionada por explorar los complejos caminos de la mente humana y por el estudio de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA). Su motivación radica en el deseo de comprender y ayudar a quienes enfrentan estos desafíos, buscando mejorar la relación con su cuerpo y alimentación, y transformando creencias dañinas para fortalecer su bienestar emocional.
Referencias:
Guerola, E., & Pejenaute, M. (2018). Vigorexia. FMC – Formación Médica Continuada En Atención Primaria, 25(5). https://www.fmc.es/es-vigorexia-articulo-S1134207218300859
Lopez-Cuautle, C., Vazquez-Arevalo, R., & Mancilla-Díaz, J. M. (2016). Evaluación diagnóstica de la Dismorfia Muscular: Una revisión sistemática Diagnostic Evaluation of Muscle dysmorphia: A systematic review. Anales de Psicología, 32(2).
Moreno, M., Tejada, E., & Tejada, M. (2018, 20 marzo). Diagnóstico de vigorexia (dismorfia muscular) a raíz de trastornos de conducta: consumo de diversas sustancias potencialmente peligrosas y sus consecuencias. Medicina General y de Familia. https://mgyf.org/diagnostico-vigorexia-dismorfia-muscular-trastornos-conducta-consumo-diversas-sustancias-potencialmente-peligrosas/
Pérez, E. M., Navarro, B. F., & Gómez, S. C. (2017, 1 octubre). Revisión sistemática de la bibliografía del periodo 2006-2016 sobre la dismorfia muscular: prevalencia, herramientas diagnósticas y prevención. https://www.nureinvestigacion.es/OJS/index.php/nure/article/view/1135

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